Apuraba el subsidio de desempleo cuando una asalariada del empresario de la educación y a la sazón director del colegio Buen Pastor de Sevilla, D. Joaquín Egea, me telefoneó para concertar una entrevista de trabajo. Más contento que unas pascuas, me puse mis mejores galas y el día de la cita me encajé con una hora de antelación sobre el horario previsto en el barrio de Nervión. Con fortuna pasé el examen, empero fui convocado a una segunda interviú para días después, la cual, como me imaginaba, iba a resultar un tercer grado y definitivo asalto. Recuerdo que después del carrusel de preguntas propias de un programa de Jordi Hurtado, Don Joaquín, ya con varios rounds a su favor, dejó de marear la perdiz y fue directo al grano: «Y para usted, ¿qué es España?»; me interpeló, a la par que se fue reclinando sobre el sillón como las fieras cuando se disponen agazapadas en los instantes previos de entrar a matar. Para entonces, a mí ya me había comido la silla y casi pidiendo perdón se me escapó un suspiro: «¿España?». Pregunté para ganar tiempo y hacer una composición de lugar. Porque, además, de forma incontrolada y rutinaria, al oír esa palabra, sin remedio, a la cabeza me vienen siempre estrofas completas de la canción Maldito país, de Eskorbuto.

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