Imagínese que usted se compró un televisor hace cuatro años por 500 euros. Y que justo ahora le llega una amable cartita, certificada claro, de que la valoración que hizo en su momento la tienda estaba equivocada; que ha habido una revisión y el televisor de marras cuesta 50 euros más y los tiene que pagar. ¿Cómo se le queda el cuerpo? ¿A que le huele a estafa? Pues así nos hemos sentido, yo al menos, cuando acabamos de recibir una notificación de la Opaef, osease la Diputación, lo que antiguamente gestionaba Arca, sobre una revisión general del Catastro de 2015 en el valor de nuestras viviendas. No, no es que hayamos puesto un toldito en la terraza para protegernos del sol o cerrado un balcón y el dron de Hacienda te contabilice 15 metros cuadrados más. Es que simplemente han revisado 10.000 valores de Alcalá de Guadaíra y Guillena y han determinado que nos pueden sacar algo más de dinero de algo que ya habíamos pagado religiosamente hace cuatro años. Bueno no, casi cuatro años, porque a punto de prescribir se ponen las pilas y trabajan para que a todos nos llegue la notificación aunque sea poniendo una mentira como una casa en el sobre de que es el tercer intento. Siento vergüenza de esta administración cuyo único objetivo es recaudar más y más para crecer al mismo ritmo que su incompetencia.

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Periodista del diario ABC desde 1989. Alumno becado por el Foreign Office en Londres, fue profesor de Opinión Pública en el Instituto Europeo de Estudios Superiores de Madrid