vicente rus

Como «un rayo de luz» imprevisto, caído del cielo en primavera cargado de esperanza y de justicia, si no fuera porque vino como resultado de unas elecciones. Hecho histórico que conviene no olvidar para evaluar en su justa medida la sinrazón de la reacción de una oligarquía omnipresente, caciquil y monárquica, que, hasta entonces, había controlado la vida pública del país y que jamás aceptó la derrota en las urnas. Los monárquicos, de hecho, conspiraron contra ella desde el mismo 14 de abril de 1931 y ya desde el treinta y dos junto a la Italia fascista. Contra todos los que, bien es verdad, proyectándose en una república utópica entendieron la voz del pueblo como gobierno de la razón y no solo contra quienes creyeron ver en ella el instrumento de la revolución.

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