Como tantas instituciones del país, la Universidad está en crisis: ha perdido el norte. Desde hace más de sesenta años, dice enseñar y educar, y sus alumnos ni aprenden ni salen suficientemente educados (¿tus hijos?…), salvo honrosas excepciones, generalmente de autodidactas. Dicen investigar, y la inmensa mayoría publica inútiles trabajos para conseguir trienios y sexenios, y lo que es peor, abandonando la formación de sus alumnos (¿tus hijos?…). Se inventó «unificar» todas las universidades europeas (la ley de Bolonia), que los pensadores actuales más expertos consideran un fracaso. Se cambió la formación auténtica por las «competencias», que nos vendieron demagógicamente como «saber hacer», como si aplicar algo bien aprendido no tuviera siempre esa consecuencia. ¿Soy demagogo si afirmo que la sagrada institución universitaria se está convirtiendo en una FP de gran lujo?

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