No se trata de un tesoro descubierto en Alcalá como fueron las minas de oro que encontraron y explotaron los romanos, en las Médulas de León. Ni tampoco se trata de los tesoros mágicos de cuentos infantiles inspirados en la imaginación de unos niños (como El tesoro de Frankie, o en El agua milagrosa de Lourdes o la aparición de los pastorcillos de Fátima). No. No. El nuestro es de mucho más valor, porque se trata de un grandioso tesoro que existe en mi peculiar pueblo y sus excepcionales ciudadanos y, teniéndolo delante de sus narices… no lo explotan. ¿Por ignorancia? No. ¿Torpeza? Es posible. Irresponsabilidad? No sé, no sé…
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión