Pasado el día de la Inmaculada, la calle comienza a prepararse para el hervidero que será. El ir y venir crece y se acelera y el pueblo prepara su escenario de luces y reencuentros. También crecen estos días la actividad doméstica: preparativos, encargos, recetas, estrenos, idas y llegadas… todo eso que nos habla de intimidad y familia, de pasado y de recuerdos. Aquí y allá, hacia dentro y hacia fuera, las próximas semanas nos situarán en ese tiempo al margen de los días ordinarios que marcan muchas veces nuestra propia existencia.
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