La RAE nos define el cesarismo como «forma de gobierno en la cual una sola persona asume y ejerce el poder público».

Y me pregunto: ¿Va Sánchez camino de convertirse en un césar? Probablemente en su delirio de grandeza lo pretenda. Tal vez a los hechos debamos remitirnos.

Sánchez Pérez-Castejón que es hijo de una joven democracia y de ella emergente, hoy, un día sí y otro también, tratándola como una meretriz la prostituye y se sirve de ella cual proxeneta político para satisfacer su megalomanía.

Destacaré tres de sus obsesiones: Convertirse en el César. Trocear España. Ser el ganador ideológico de la malhadada Guerra Civil que otros perdieron.

Sánchez, aunque intelectualmente mediocre, conoce bien a «los bueyes con los que tiene que arar» (sine animus injuriandi) y para no ser pisoteado por estos no duda en decir amén a todo lo que le piden y aún darles más de su propia cosecha. Qué importa si son catalanes independentistas o los abominables etarras, que hoy triunfantes, a imagen y semejanza de los catalanes utilizan la Constitución, a la que ambos detestan, para la desmembración de Vascongadas –anexionándose Navarra–.

Y qué hacemos los españoles, esa otra sociedad civil a la que Sánchez le repugna. Pues nada. Tapear y sestear. Esperando pacientemente a que la casa que nos es común, España, hoy un barco a la deriva con cargas explosivas adheridas a su línea de flotación que es la Constitución se hunda en el tenebroso mar del comunismo-bolivariano con tintes de estalinismo, por el que el timonel Sánchez Pérez Castejón navega, auxiliado por el contramaestre de luenga coleta y la banda de corsarios necesarios en todas las singladuras. Así como los medios de comunicación afines, velas desplegadas al viento del engaño para los incautos que les leen, escuchan o ven.

Por todo ello cuando lo escrito, que doy fin el 30 de noviembre, sea publicado tal vez Sánchez haya culminado su felonía. Y yo retirado al rincón de la culpabilidad meteré la cabeza bajo la axila, como el avestruz, esperando el desastre. Tras lo cual, como el nazarí rey Boadil, lloraré como esclavo lo que otros, y yo mismo, no hemos sabido defender como ciudadanos libres.

Sócrates (Alcalá) filósofo clásico griego considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo,...

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