El verano alcalareño ofrece pocos refugios del disparate de «la caló» que incendia el día y roba vida desde media mañana hasta que cae la noche (con suerte). Ver amanecer mientras se pasea por las muchas rutas naturales que nos ofrece nuestra ciudad es uno de estos refugios. Otro es echar a andar el día desayunando en nuestro bar, cafetería… favorito.
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