Todo el día protestando. Hay algunos que se llevan todo el día quejándose. No les cuadra nada, «na de na». Están al acecho, siempre alertas desde su escondite, pendiente de la más mínima para saltar al ataque. Unos, enmascarados bajo la cobarde cobertura de un seudónimo en la trinchera digital de los perfiles falsos. Otros, a los que les reconozco su arrojo, van a pecho descubierto, exponiendo la cara y el lomo a riesgo de que los otros, los cobardes, disparen sus dardos envenenados. Tanto los unos como los otros comparten la misma irritación, andan siempre cabreados y los podemos englobar dentro del mismo grupo de «los enfadaos».

Lo mejor de cumplir años y tener la experiencia de ir haciendo cosas por el camino, es que uno se vuelve más benévolo. Lo bueno de equivocarse y cometer fallos es que se llega a comprender que solucionar los problemas no es tarea fácil y que, por mucho que uno ponga su empeño y conocimiento, están los imponderables y las situaciones sobrevenidas. Me gusta la gente que se equivoca haciendo, son de los míos. Mis héroes son los que fracasaron intentándolo, a ellos les reservo todo mi respeto y admiración.

Un amigo punki me dijo que yo también lo era: «hazlo tú mismo, hazlo a tu manera». Este lema que resume la filosofía punk es una llamada a la acción, al hacer. «Hazlo», no te quedes mirando. La mejor protesta es una propuesta. Hacer se ha convertido en subversivo y contracultural. Lo corriente es asomarse tras el visillo de los balcones virtuales y enfadarse con los que hacen. Están a tiempo, intenten hacer algo, reconforta intentarlo y verlo realizado. Ir a contracorriente y ser independiente es la forma más radical de ser punki. Prefiero escuchar a los Sex Pistols que el molesto ruido de «los enfadaos». God Save the Queen of Albero.

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