Hace unos días, la madre de un amigo me desbloqueó una realidad de la que no me había percatado nunca. Ella comentaba cómo, cuando sus hijos eran pequeños, les prohibió que vieran un dibujo animado en concreto: Doraemon. Por si alguien no lo identifica bien, se trata de un dibujo japonés en el que un gato cósmico convive con un niño y su familia y los saca de apuros constantemente con sus inventos galácticos.
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