Desde 1879 Alcalá contó con una línea de ferrocarril. Mucho antes que otras ciudades y pueblos de nuestro entorno. También ha visto crecer una empresa de transporte de viajeros como Casal.

Y sin embargo, en 2018, la ciudad no cuenta con una red de transporte y comunicaciones acorde a sus necesidades ni su población.

Desde que en 1975 el último de los trenes dijese adios a las vías en Alcalá, han pasado 43 años, y las únicas con las que la ciudad cuenta en la actualidad sólo sirven para que vándalos y amigos de lo ajeno hagan negocio. El tranvía, que avanza lentamente por un extremo, acaba desapareciendo por el otro. Y eso por no hablar de la puesta en funcionamiento de la línea que una la ciudad con Sevilla, y que en el mejor de los casos no arrancará hasta dentro de varios años.

Tampoco el tráfico rodado sale mejor parado. Años después Alcalá sigue sin una ronda de circunvalación que evite al tráfico interurbano pasar por toda la ciudad. Tampoco contamos con el nuevo puente que ayude a desatascar el trazado de la antigua A-392 por el casco urbano. Para colmo, y tras años de parones y retrasos, la carretera que nos une a Dos Hermanas, amplía varios meses más su culminación y apertura, alargándose así hasta el período electoral del próximo año en el que habrá elecciones andaluzas, locales y europeas.

La movilidad y las infraestructuras de transportes requieren de una  importante planificación y de un esfuerzo constante hasta su culminación. Y en el caso de Alcalá, la planificación de futuro hace años que brilla por su ausencia, y la debilidad de su gobier-no y el caos que vive la institución impiden que se haga ese esfuerzo sostenido tan nece-sario para lograr la culminación de todas ellas.

Toca sólo confiar en que los intereses electorales de 2019 pongan su atención, al menos, en el tranvía y la carretera a Dos Hermanas. Sólo así podremos contar en un futuro con algún avance significativo que mejore la forma de movernos por Alcalá.

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