Hace unos días, mientras esperaba mi turno para ser atendido en una oficina municipal, observé a dos chicas jóvenes, probablemente pareja por la forma de interrelacionarse. Una de ellas me llamó especialmente la atención. Vestía con un estilo muy llamativo: camiseta negra de tirantas, pantalón corto oscuro, calcetines de un tejido muy grueso, altos y estampados, algo inusual para el verano; unas zapatillas negras con cordones excesivamente grandes. Su pelo, también oscuro, tenía un corte irregular con un pronunciado flequillo que peinaba hacía un lado. Sus piernas estaban pobladas de vellos y en su rostro no se apreciaba maquillaje. No se correspondía con el arquetipo de mujer femenina anclado en el imaginario colectivo de las sociedades occidentales. Mi mente rápidamente las etiquetó: son lesbianas y feministas. Ciertamente, no lo sé, pero me hicieron reflexionar. Durante los minutos que coincidimos en esa sala no paré de pensar en lo que representaban, más allá de que la realidad se corresponda con las etiquetas prejuiciosas que mi subconsciente les atribuyó.

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Licenciado en Periodismo. Actualmente La Voz de Alcalá, Sevilla Actualidad y En Andaluz. Antes en Localia TV y El Correo de Andalucía.