En un mundo ideal, los medios de comunicación fiscalizarían con ecuanimidad las acciones de los gobernantes y los ciudadanos retirarían su apoyo a los que actuasen de mala fe o antepusieran los intereses particulares al bien común. Sin embargo, el mundo es imperfecto y algunos políticos tienen la habilidad de aprovecharlo en beneficio propio. A muchas personas no les interesa la política, otras desconocen cómo funciona la administración o qué es el Estado de Derecho, otras aceptan la corrupción y los abusos, otras se dejan arrastrar por la irracionalidad…

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