El «abrazo» al río es un gesto más que simbólico que convoca anualmente la plataforma Salvemos el Guadaíra; una cadena humana alrededor del puente romano que es un recordatorio de que la movilización por nuestro patrimonio natural sigue teniendo sentido en tanto no haya una recuperación completa del río Guadaíra y su entorno. Del mismo modo que acercarse al río y disfrutar de su ribera cualquier día del año es un testimonio valiosísimo de la importancia que le damos como seña de identidad de Alcalá.

La economía ambiental es un ámbito de estudio que trata de delimitar los bienes medioambientales y definir su valor. El río es un bien valorado como ecosistema por su mera existencia, pero además podemos medir otros elementos que dan cuenta de su valor: el «servicio» de paisaje que ofrece a los vecinos, el hecho de ser un lugar apropiado para el paseo, el ocio o el turismo, y también la gratificación que supone conservar el río como legado para las futuras generaciones. Contaminar supone la apropiación de un bien medioambiental como recurso por las industrias de aderezo de la aceituna. Los vertidos ahorran miles de euros en el tratamiento de los residuos. Frente a esta ganancia particular de las empresas está la pérdida social: se destruye un valioso patrimonio natural. De un valor incalculable, se diría. Pero que realmente puede ser cuantificado económicamente, según recientes enfoques que buscan medir los servicios que nos presta la naturaleza.

El río Guadaíra tiene un valor que puede ser medido en millones de euros, cientos o miles; a los que se suma todo lo invertido por la sociedad en su recuperación. El programa que se aprobó en 1996 supuso el esfuerzo y la coordinación de diferentes administraciones públicas para atajar la contaminación. Hoy tenemos un río que vale mucho más que hace dos décadas, motivo de más para seguir protegiendo su condición de bien público. Para Salvemos el Guadaíra hay asignaturas pendientes: erradicación total de los vertidos, deslinde del dominio público hidráulico, mejora de la calidad del agua que permita su uso y disfrute, reforestación de la ribera. Desde los años noventa la movilización social fue el motor de las mejoras y la artífice de que ahora valoremos el río como un patrimonio de todos. La conservación del Guadaíra en el futuro exige esta conciencia.

Economista. Interesado en el marketing, la política, la ciencia y la tecnología.

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