Unos cien subsaharianos ya están en Alcalá. Me había prometido en estas naderías un perfil bajo, amable, pero la realidad siempre nos da de bruces. La crisis migratoria ya la tenemos aquí, manchada de albero. El pobre consuelo de que no te afecta se diluye cuando los tienes, en mi caso, a doscientos metros de casa.
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