Alcalá de Guadaíra ha dedicado un mirador, a título póstumo, al pintor Francisco Barranco en uno de los espacios que más lo inspiraba para sus destacadas obras de arte, el Parque de Oromana, espacio natural perteneciente al Monumento Natural Riberas del Guadaíra. Este sábado la alcaldesa, Ana Isabel Jiménez, junto a la familia del artista y una importante representación del mundo cultural y pictórico de la ciudad, han descubierto la placa con su nombre en un mirador que domina un recodo del Guadaíra con vistas a los molinos de San Juan y Benarosa y cuenca arriba hacia el Molino de las Aceñas.

Alcalá, también conocida como ‘La ciudad de los pintores’ por la atracción que generaban sus hermosos paisajes entre los más famosos pintores de los siglos XIX,  ha seguido proyectando ese interés en estos siglos XX y XXI. Precisamente, es destacable la producción de Barranco y su labor como continuador de la escuela paisajística alcalareña. Este pintor fue uno de los integrantes destacados del grupo de artistas que durante las décadas de los años 60 y 70 mantuvieron vigente la rica tradición de la pintura inspirada en los paisajes de Alcalá.

Precisamente el director del Museo de Alcalá de Guadaíra, Francisco Mantecón, ha querido resaltar el acierto de la elección del lugar, un mirador, «qué espacio tan acertado para dedicarse a un pintor puesto que buena parte del legado de un artista es siempre su capacidad para hacernos mirar de manera singular. Se refleja en sus obras, que tienen siempre una luz inconfundible favorecida por su manera de comenzar la composición con frecuencia en tonos de azul y una característica pincelada suelta fresca que hace lucir las cualidades materiales y la textura del óleo».

Por su parte, uno de sus dos hijos, también Francisco Barranco, en representación de la familia ha agradecido el empeño del Ayuntamiento y de su alcaldesa por culminar este homenaje. «De mi padre destaco su capacidad artística, no sólo en la pintura, en muchas otras disciplinas como la poesía, la prosa, la escultura.. quiero que se recuerde el gran humanista que fue, un humanismo que descubría el gran hombre, esposo y padre fue, amigo de sus amigos y comprometido con la tierra a la que abrazó, Alcalá de Guadaíra».

Alcalá tiene la suerte de haber disfrutado de exposiciones monográficas sobre su obra como la realizada en el año 2007, y de poseer en la colección municipal numerosas obras.  Realizó sobre todo paisajes en los que empleaba una pincelada amplia y suelta de inspiración impresionista a la hora de construir las formas. La luz es una de las protagonistas fundamentales de su obra que se convierte en filtro que da entonación a toda la gama cromática. Siempre participó de las tradiciones locales, teniendo una especial vinculación con la Hermandad del Santo Entierro, en cuya capilla abundan sus obras.

Francisco Barranco falleció en 2004, pero ni su persona ni su legado son olvidados y a partir de ahora su huella en Alcalá será visible para siempre en uno de los entornos que más amaba y que es más visitado en la ciudad

La decisión de dedicarle un espacio en la vía pública y especialmente en un lugar muy cercano a su labor profesional, partía de la Comisión del Nomenclátor que aprobaba rotular diversas calles, rotondas, parques y espacios públicos de la localidad con los nombres de empresarios, entidades, y personas del ámbito cultural y social recogiendo una serie de peticiones de entidades, asociaciones y colectivos ciudadanos, que responden a la sensibilidad de la sociedad local.

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