El pasado martes tuvo lugar en el Centro Polivalente Distrito Norte de Alcalá la charla «El Canal de los Presos del Bajo Guadalquivir», una ponencia del antropólogo Ángel del Río junto a la profesora Paqui Olías, organizada por la Asociación en pro de Cultura y de Memoria Histórica y Democrática S. XXI junto al Ayuntamiento.

El antetítulo de la charla, «Trabajo esclavo y campos de concentración durante el franquismo», ya marcaba el tema general que abordaría la misma. Comenzaría presentando el acto la profesora Paqui Olías, para señalar la presencia de algunos familiares de víctimas que fueron asesinadas en campos de concentración durante el exilio y represión que tuvo lugar tras la caída de la II República Española.

Los «esclavos» del régimen

El antropólogo Del Río, principal invitado y ponente del acto, comenzó afirmando que «hace veinte años, el tema de los campos de concentración era totalmente desconocido por lo jóvenes», sin embargo, fue en «2003 o 2004 cuando empezamos a hacer divulgación de la investigación que estábamos llevando a cabo», y, actualmente, «el conocimiento de este tema se ha extendido». Posteriormente, para delimitar la terminología empleada en sus investigaciones, y con el objeto de determinar si durante la dictadura franquista se puede hablar de que hubo «esclavos» -término con el que se suele denominar a las personas que ejercen una actividad en contra de su voluntad y en favor de un dueño o superior-, Del Río explicó: «los que estaban aquí trabajando en régimen de trabajo forzado, desde el punto de vista jurídico, no tenían dueño, pero los propios presos se llamaban a sí mismos esclavos». Además, según continuó explicando Del Río, «grandes historiadores han señalado que el régimen franquista dispuso arbitrariamente sobre su voluntad y su vida (…), en muchos casos por tiempo indefinido».

El trabajo que Del Río expuso se inició en el año 2000, siendo éste un trabajo de investigación colectivo, a cargo de un grupo multidisciplinar, buscando la documentación con la que se construyó el armazón jurídico que el régimen utilizó para llevar a cabo los trabajos forzados. A este respecto, el ponente afirmó que consultaron documentación local de distintos municipios o ciudades, y fue en Dos Hermanas donde «conseguimos información muy rica y muy interesante sobre la población reclusa en distintos campos de concentración» que existieron en esta zona.

La divulgación como acto de memoria democrática

Del Río insistió en la importancia de la divulgación, puesto que «en dos generaciones se puede perder la memoria» si no «se cuenta lo que pasó», puesto que «no existían documentos oficiales, prácticamente nada». De hecho, continuó explicando Del Río, «en el año 88 vino Alfonso Guerra a homenajear a los presos del barrio de Bellavista -conformado en buena medida por familiares de presos del Canal-», sin embargo, «no fue Felipe González, que es de allí», y, por tanto, recuerda, aquello «no tuvo apenas eco mediático».

En este sentido, Del Río quiso, con su ponencia, y según sus propias palabras, «reivindicar lo que es la memoria, (…) pues existía entonces una memoria dispersa que sólo se expandía mediante la oralidad». Uno de los casos más llamativos que relató fue el de Dolores Vives, una mujer sevillana esposa de un preso del Canal que logró escapar, y a quien «tuvo que mantener escondido en un zulo durante cinco años», para acabar siendo, posteriormente y tras estudiar «con los libros que le prestaban sus compañeros», cirujano.

Se lamentaba Del Río reconociendo que «si no se consigue el testimonio de estas personas, sus vidas «hubieran acabado perdiéndose por los sumideros de la historia».

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