El pasado 31 de octubre la Asociación de Memoria Histórica y Democrática de Alcalá de Guadaíra celebró un acto dedicado a reivindicar la Memoria de las Víctimas de la Represión de la Guerra Civil y la Dictadura Franquista.

Un centenar de personas llenaban el salón de actos del centro cívico del distrito norte de la ciudad. Acompañábamos a mujeres nonagenarias ejemplos de “memoria viva” de lo vivido por sus familias durante los primeros meses de la dura represión que asoló la ciudad tras la entrada de las tropas rebeldes el 21 de julio de 1936.

Los testimonios de Ana Jiménez, Manuela Genicio, Conchita Benítez, sus recuerdos, sus sentimientos, sus palabras, emocionaron a asistentes que embargados de admiración no pudieron reprimir algunas lagrimas al escucharlas. Como señala el filósofo Reyes Mate “hay dos tipos de pasado: uno el que está presente en el presente, otro el que está ausente en el presente”.

Sus testimonios, ausentes hasta ahora, nos hacían presente un pasado desgraciado e interesadamente olvidado, unas vidas truncadas, que no se contaba, que permanecía silenciado alrededor de las mesas de camillas, de las paredes en voz baja, durante años, demasiados años. Un pasado que afortunadamente ellas todavía cuentan, que alzan su voz, para que no desaparezca de la historia, de su historia, de nuestra historia. Unas historias por fin recuperadas que sobreviven, que gritan la verdad, que se entretejen y engarzan unas y otras formando un tapiz colectivo contra el olvido.

Unas historias que salen a la luz para reconstruir un pasado común, que como demócratas tenemos el deber moral de preservar, de dar a conocer para dignificar y cerrar heridas abiertas durante demasiados años. Nuestra sociedad democrática es incompatible con el olvido y tenemos la obligación de difundirlas. Las fotografías dan buena muestra de las emociones vividas

Licenciado en Periodismo. Actualmente La Voz de Alcalá, Sevilla Actualidad y En Andaluz. Antes en Localia TV y El Correo de Andalucía.

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