Los siete meses de obras previstos en Atilano de Acevedo están en la mente de los vecinos y comerciantes de la calle, que, en buena medida, reconocen la «necesidad» de las reformas y haber tenido la atención del gobierno en el planteamiento previo. De hecho, la Asociación de Vecinos Silos-Zacatín acogió dos reuniones con vecinos y propietarios de los negocios para valorar el diseño del proyecto.

En una estantería de La Despensa de Melanie está la prueba de una de las convocatorias. Una hoja anuncia la última reunión, que se celebró el pasado 12 de abril. Bajo el ruido de la excavadora, Miguel González, dueño de la panadería, asume el devenir de las obras. Tiene las máquinas en su puerta, pero, aun así, se toma con calma la situación.

Miguel apunta que «se necesitaban las obras», aunque tiene varias «pegas». La principal, la desinformación sobre la parada de autobús que se ha suprimido junto al bar Titi. «En estos días que llevamos de obras –comenta–, he tenido que salir varias veces a avisar a grupos de personas de que el autobús de Casal ya no pasa por ahí. Chavales que iban a la Universidad estaban ahí esperando más de media hora, sin saber nada, porque no se ha colocado ningún cartel informando sobre el cambio».

La otra carencia que observa Miguel es que «no se ha habilitado una zona para carga y descarga». A diario, varias furgonetas traen mercancías a La Despensa de Melanie. «Antes –apunta Miguel– paraban muy cerca de la puerta; ahora tienen que aparcar muy lejos».

Propuestas

A las objeciones de Miguel se suma la voz de una clienta que prefiere no identificarse. María, que no se llama María, vive unos metros más arriba de la panadería, en un bloque de pisos. Dice haber asistido a las reuniones organizadas en la Asociación de Vecinos y haber participado en ellas proponiendo alternativas. Entre ellas, indica no estar de acuerdo con los badenes que se van a instalar para reducir la velocidad del tráfico. «En las reuniones propuse que se colocaran espejos en los cruces de las calles, porque aquí hay muchos accidentes por la poca visibilidad que hay; y el ruido que harán los coches al pasar por los badenes, estoy segura que nos van a molestar a los que tenemos viviendas con ventanas a esta calle».
Otra propuesta que lanzó María fue la de instalar «contenadores de basura soterrados», pero la idea «cayó en saco roto».

Perjuicio en las ventas

Elvira e Ildefonso, propietarios de Prensa Elvira, muestran su preocupación por las obras. «Para empezar –dice Elvira– han empezado con un día de retraso. Y si empieza así, habrá que ver cuándo acaban». Que se cumplan o no los plazos de ejecución es la principal inquietud para los comerciantes. Para Prensa Elvira, ubicada en la confluencia de Barrio Obrero, Atilano de Acevedo, Cantillana y Cristóbal Colón, la demora en las reformas podría perjudicar especialmente. «Este es un negocio de compra por impulso –apunta Ildefonso–, y muchos clientes paran rápido en estas calles para comprar el periódico o recargar el móvil; y ahora el acceso está limitado».

Ildefonso dice que todavía es pronto para valorar las consecuencias, aunque tiene asumido que habrá un «trastorno en las ventas». «Esperemos que las obras sean lo menos traumáticas posible».
Mientras habla Ildefonso, en cuestión de diez minutos, tres personas han entrado en Prensa Elvira no para comprar, sino para asomarse con la puerta entreabierta, y preguntar: «Perdone, ¿sigue parando aquí el autobús de Casal?».

 

Periodista y guionista. Doctor en Periodismo y Máster en Guión y Narrativa Audiovisual. Interesado en la cultura en (casi) todas sus manifestaciones: literatura, música, cine, artes plásticas...

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