Álvaro era el segundo entrenador de Pablo cuando éste jugaba en la cantera del Alcalá. A Infante le ofrecieron coger un equipo él solo y éste le propuso a Ballesteros que se uniese a su cuerpo técnico. Su antiguo pupilo se convertía así en su sombra en el banquillo. Comenzaría un tándem cuya invencibilidad con el tiempo acabó asustando.

Cuatro años en el Cadete A del CD Alcalá terminaron por demostrar la valía de ambos, cuyos tres ascensos en cuatro temporadas lo avalan. Cogieron al equipo en Tercera Andaluza y lo dejaron en División de Honor, la máxima categoría. Unos ascensos que no estuvieron exentos de emoción. Como el que cosecharon a Segunda Andaluza (antigua Preferente) con un gol en el 90’ y la promoción a Primera Andaluza, en el que dejaron fuera al Sevilla. En el último de ellos, Pablo estuvo menos presente porque era el entrenador del Alevín A. En ese sí que tocaron techo: habían metido al equipo entre los 16 mejores de Andalucía.

Infante decidió que tras el ascenso a División de Honor era el momento de decir adiós. Su infinita competitividad le hacía buscar nuevos retos. Y Pablo iría con él. El CD Utrera, club al que habían privado de ascender a División de Honor, les ofreció dirigir su cadete y aceptaron. Sin embargo, cuando sólo faltaba una semana para comenzar la pretemporada, el Betis llamó a Infante para que fuera segundo entrenador del Alevín B. Se rompía así el binomio, y parecía difícil que sus caminos volvieran a encontrarse. Infante sólo se mantuvo un año como segundo entrenador y la pasada temporada fue el técnico del Benjamín C. Este año liderará el Alevín A, el equipo más fuerte de los de fútbol 7, secundado por su amigo de siempre. El club realizó una búsqueda de segundos entrenadores y preparadores físicos, la parcela en la que Ballesteros, apodado El Profe, saca a relucir su talento. Son las tareas que siempre ha desempeñado junto a Álvaro.

LaLiga Promises será la prueba de fuego para el Alevín A comandado por estos dos alcalareños. Y para ellos mismos. Quizá no les importe quién tengan enfrente puesto que van a competirle igual. Porque ellos son como D’Artagnan: pequeños, pero sin miedo a enfrentarse a los más grandes. Y con hazañas, que a este paso nunca tendrán fin.

Artículo de Rafael La Casa Rodríguez

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