La Policía Nacional de Alcalá tuvo que intervenir de urgencia este sábado por la mañana por dos avisos que finalmente se saldaron con el arresto de cinco personas, según fuentes policiales consultadas por La Voz de Alcalá. El primero, ocurrió sobre las 8:00 horas y el segundo inmediatamente después.
Todo comienza con una llamada a primera hora de la mañana. El aviso explica que un ladrón ha entrado en una sucursal de Ford y se ha llevado unas tarjetas de crédito y otros bienes. Aproximadamente pasada la hora, el propietario del local informa a la policía de que le están llegando notificaciones de compra en un estanco en la calle Cristóbal Colón. Al llegar al establecimiento, los agentes hicieron un visionado de la imágenes y pudieron identificarlo.
El delincuente se había gastado cerca de 300 euros en tabaco y mecheros con la tarjeta de crédito robada, aprovechando que esta tenía pegada el número pin. Después de dar una vuelta por la zona, los policías deciden ir a las cuevas del Castillo. Una vez allí reconocen al ladrón y este sale corriendo, aunque consiguen alcanzarlo. Después de un breve forcejeo observan que este tiene aún puesta la ropa que sale en las imágenes de la cámara de seguridad del estanco, por lo que fue inmediatamente detenido.
Una vez en la comisaría, pasadas unas tres horas, la Policía Nacional recibe una segunda llamada. Se trata de un repartidor que informa que una persona le está robando la mercancía. Dos agentes de la Policía Nacional deciden ir al lugar de los hechos. Una vez allí, con la ayuda de la víctima consiguen identificar al ladrón. Los agentes se acercan para hablar con él y le piden el documento nacional de identidad para identificarle.
El ladrón, esto lo supieron después, tenía una orden para ingresar en la cárcel, por lo que se negó a la identificación, presumiblemente para evitar que los agentes se percaten de esta circunstancia. Es entonces cuando surge un enfrentamiento con el sospechoso, que en todo momento, asegura la Policía Nacional, mantuvo una actitud hostil.
El lugar de la detención estaba muy cerca del domicilio del ladrón. La madre de este escuchó el revuelo que se estaba formando en la calle y salió de casa increpando a los agentes y profiriendo diferentes insultos. La actitud violenta de la progenitora no ayudó a calmar los ánimos, lo que hizo fue añadir más leña al fuego. A los pocos minutos, el padre y el hermano también salieron a la calle. Los policías se encontraban superados en número y la situación era claramente de peligro, por lo que no tuvieron más remedio que pedir ayuda.
Al poco tiempo llegaron dos agentes, y la imagen que se encontraron fue dantesca: sus compañeros tirados por los suelos, al igual que el padre del ladrón y la calle tomada por el caos. Entre los cuatro agentes trataron de restablecer el orden. El padre, que se encontraba en claro estado de nerviosismo y rodando por el suelo, sacó una navaja con la que intentó herir a un compañero, pero falló.
A los pocos minutos llegaron otros dos agentes, y ya sí pudieron proceder con la detención de la familia al completo. Los cuatro agentes que estuvieron desde el principio tuvieron que ser intervenidos por urgencias en el Hospital, tres por lesiones leves y uno con heridas considerables.