Odio a la gente que sale de la piscina con un alarde atlético. Son gente, en todo lo demás, vulgar. Carecen de un signo distintivo que permita adivinar su extraordinaria habilidad. Aunque no son obesos, no necesariamente están delgados. No son especialmente atractivos físicamente y sus proporciones corporales son corrientes. Su musculatura no llama la atención. En cuanto a sus capacidades intelectuales, tiendo a considerarlas por debajo de la media, pero, sin duda, esta presunción sin fundamento obedece al rencor.
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