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El 30 de abril, M. L. G., residente de la calle Juan Abad, encontró junto a la puerta de su casa un bolardo que había sido arrancado tras el choque de un vehículo. La vecina lo recogió, lo guardó en su casa e hizo una instancia general en la que explicaba la situación y solicitaba que fuera arreglado «lo más pronto posible».
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