En tiempos de crisis tocaba controlar el gasto y al igual que todas las familias tuvieron que someterse a estrictos recortes debido al descenso de su presupuesto, lo mismo, o aún más, se esperaba de la administración pública.

En 2009 se preguntó al entonces alcalde de la ciudad, Antonio Gutiérrez Limones, sobre qué medidas había tomado o tomaría para reducir los gastos de personal y de teléfono. Respondiendo, el alcalde habló de la puesta en marcha de un plan de austeridad para la administración alcalareña que se basaría en el descenso de todos esos gastos «prescindibles».

De hecho, en la presentación del presupuesto municipal para el 2009, la delegada de Economía, María José Borge, aclaró que se habían reducido los gastos destinados a publicidad, anunció también la bajada de gastos protocolarios… y que tanto concejales como altos cargos y personal de confianza tedrían sus sueldos congelados. Sin embargo, fueron varias las entidades que consideraron que esta medida no era suficiente, sobre todo si se tenía en cuenta el elevado número de personas de confianza y lo altos que eran sus sueldos.

En cuanto al gasto de teléfono, concretamente, en el año 2004 se gastaron 225.350,76 euros. No eran 41 millones de pesetas, pero sí 37,5 millones de la antigua moneda. Esos gastos correspondían a líneas telefónicas fijas y de móviles. Gutiérrez Limones reconoció que no conocía los datos exactos pero que de ser así sería una «absoluta aberración».

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