En 2012, La Voz de Alcalá se hacía eco de una oleada de robos en la ciudad, centrados en elementos metálicos de la vía pública y de viviendas particulares. El fenómeno, especialmente intenso en el centro, afectaba a placas identificativas de profesionales y empresas privadas, así como a aldabones de puertas, que eran arrancados dejando visibles sus marcas. Algunos elementos permanecían en su sitio, aunque claramente forzados.

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