Escribió su primer cuplé allá por 2005 para la chirigota de Roberto Leal y Jesús Gómez. Se cantó en la final del concurso de Alcalá y desde entonces no ha parado de componer. Este fue el kilómetro cero de la andadura de Pablo de la Prida Miranda en el carnaval, un autor que acaba de consagrarse en el templo de los ladrillos coloraos de Cádiz con su chirigota de Sevilla, Daddy Cadi. La culpa del éxito es del reguetón, de un tipo con muy poca vergüenza y de un repertorio escrito con dosis de ironía y un torrente de humor.

Pablo de la Prida no participa en esta edición del COAC 2020. Recuerda con cariño su primera final en el Gran Teatro Falla.

–¿Cómo es la primera final en Falla?

–La viví como un sueño. Llevo saliendo desde que tenía trece años y es algo que no me podía ni imaginar en aquella época. Es un sueño que otros compañeros de Sevilla han conseguido. Yo no sabía ni cómo ni cuando, pero sabía que yo también iba a vivirlo algún día. De repente te ves ahí y se pasa muy rápido. No lo saboreas como te imaginas. Desde que cantamos en la final, lo único que hacemos es dormir, cantar y salir mucho. Pero cuando nos quedamos solos y pensamos en que hemos quedado segundos en el Falla, ¡flipamos!

–¿Dónde seguiste la final?

–Entre bambalinas, con mi compañero en las letras Jesús Benárquez y con José Mari Barranco, autor de la música. Siempre en el mismo sitio, es muy emocionante, al público no lo ves, pero lo escuchas y lo sientes.

–¿Os esperabais este resultado?

–El concurso es muy largo y hay grupos muy esperados. Si pegas fuerte en preliminares te puedes inflar o desinflar. El que da por hecho que va a ganar en preliminares tiene que tener mucha experiencia y muchos primeros premios para saber que va a ganar.

–¿Ser los favoritos de la gente os supuso mucha presión?

–El año de Esta chirigota cae bien, todo el mundo nos decía que íbamos a entrar en la final, pero nosotros sabíamos que el repertorio guardado no era el mejor. Pero este año teníamos muchas letras guardadas y las que hemos escrito durante el concurso han estado muy acertadas. Se te junta todo un año y te cuelas arriba.
–Sólo escribes, ¿Por qué no cantas?

Escribir y salir es muy sacrificado. Hay que compaginar trabajo, familia y ensayos. Ahí es cuando yo aprovecho para escribir. Decidí no salir para poder sacarle más partido a las letras. En la calle sí canto.

–¿Cómo es compartir una final con dos maestros como Manolo Santander y el Selu?

–Es una pasada. Pero no sólo con ellos, hay un montón de grupos que valen su peso en oro. En lo sentimental, muy fuerte. De hecho le cantamos un pasodoble a Manolo Santander en semifinales y luego vinieron a la peña a darnos un abrazo. Lo veía desde chico en la tele, desde la época de Los de capuchinos. Tengo las actuaciones grabadas y me sé las letras. No te crees que te esté pasando.

–¿Os ha costado mucho meteros en el tipo de «reguetoneros»?

–Ha sido más fácil que meternos en el tipo de torero (Una corrida en tu cara, 2018). Llevamos pensando ese tipo desde hace tres o cuatro años. Teníamos incluso chistes escritos como los del inicio del popurrí. Hay varios componentes del grupo que les gusta el rollo este de la música trap y «to estas mierdas». Es un personaje que conoce todo el mundo, desde los niños a los adultos, y eso ha ayudado a que se entienda.

–El segundo pasodoble de la final dedicado a un amigo componente que ya no está con vosotros emocionó al grupo.

–Este lo escribió un amigo del grupo. Es una idea que teníamos durante el concurso y viendo las opciones de entrar en la final pensamos que estaría bien dedicarle la letra. Teníamos una espina clavada. Salió con nosotros con La madre que lo parió y falleció ese año. Nunca hemos visto oportuno cantarle en el teatro, pero la final era algo especial. Pasamos la letra al grupo dos días antes y se emocionaron.

–¿Eres un enamorado de Cádiz?

–De chico no me tiraba la Semana Santa ni la Feria. Siempre decía «que coraje no haber nacido en Cádiz». Igual que la gente conoce Nueva York por las películas, yo conocí Cádiz por las coplas de carnaval. Cuando vas por una calle y te acuerdas de una letra, eso es algo muy romántico. También soy un enamorado de Sevilla y me alegro de vivir el carnaval desde fuera, porque en esta afición hay piques. Tienes sus ritmos y su parte fea. Nos viene muy bien vivir lejos, nos llega menos.

–¿Los sevillanos se van ganando poco a poco el cariño de los gaditanos?

–Desde dentro del carnaval no hay rencillas. Los chistes se hacen por el cachondeo. Hubo una época, en los noventa, que cargaban mucho a Sevilla, pero no deja de ser humor. No quiere decir que nos vean por la calle y nos quieran pegar un palo. Si te lo tomas a cachondeo te reirás. Cuando he traído una chirigota muy mala me han dado para el pelo, pero no por ser sevillano, sino por malo.

–¿Te cantan el estribillo por la calle?

–Cantan todo el repertorio. Cuando en las calles empezamos con la presentación, una marea de gente nos sigue cantando Vamos para la caleta, Cádiz. Ojalá algún año ganemos un primer premio, pero lo que estamos viviendo este año va a ser muy complicado repetirlo. A lo mejor un año ganamos y la gente ni se acuerda del estribillo. También recuerdo la primera chirigota que me aprendí, Caiman, del Sheriff, en el año 94. Fue un tercer premio, pero nos llegó mucho a los niños. Más que un premio te llevas a una generación que se guarda tus letras.

–¿Cómo acabó la denuncia de Andreita por llamarla fea?

–La libertad de expresión existe, entiendo que se molestara, pero es una exageración denunciarnos por llamarla fea. Nos requirieron una rectificación y abandonar el concurso y si no lo hacíamos lo impugnaría. Fue una locura. Decidimos pedir perdón con cachondeo y llamarla guapa. Ahí quedó todo. Si se enfada Susana Díaz por decirle cuatro verdades me da igual, pero si es por llamar fea a una niña no presumo de ello. Sí presumo de cómo salimos de aquello.

Licenciado en Periodismo. Actualmente La Voz de Alcalá, Sevilla Actualidad y En Andaluz. Antes en Localia TV y El Correo de Andalucía.

Deja un comentario