Aquel regalo le supuso al joven recitador un expediente en el Tribunal de Orden Público y el decomiso de los libros de poesía, tan generosa y emotivamente donados por el filántropo mejicano. Por casualidad, Sandra se encontraba presente cuando detuvieron al estudiante y lo vio pasar esposado y escoltado por dos Guardias Civiles. Ella formó parte de una célula que se organizó rápidamente en la Universidad y que supo moverse entre sus distintas facultades para recoger dinero con el que pagar los gastos de la causa en el TOP.

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