Una semana antes de ofrecer su pregón del Rocío, Leonardo Benítez se sentía con la tranquilidad del deber cumplido.

El texto ya estaba preparado y solo le quedaba desgranarlo en el Teatro Gutiérrez de Alba, el domingo 29 de abril, siguiendo el consejo de su admirado Manolo Jaro: el pregón no debía superar los cuarenta minutos.

En los temas tratados, Leonardo Benítez ya no tuvo más guía que sus propios recuerdos y vivencias de la peregrinación a Almonte, que lleva haciendo desde hace más de treinta años, cuatro de ellos como integrante de la Hermandad de Alcalá. El empresario, de 59 años, realizó, según sus propias palabras, «un halago a Alcalá y al camino», a lo que «más me ha asombrado», sin olvidar su historia personal en la romería. Entre esas experiencias, destacó una peregrinación que tuvo que abandonar porque recibió una llamada «justo del Hospital Virgen del Rocío, para ser trasplantado de hígado».

Hermano de Jesús y de la Virgen del Águila, Leonardo Benítez, que ya fue pregonero de la Feria, también prestó especial atención en sus versos a la Hermandad de Alcalá, a los amigos y, sobre todo, a las mujeres que la componen.

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