Un homenaje a Juan Carlos Rivera Pecellín –intérprete de vihuela, laúd, guitarra barroca y tiorba– puso el broche a la décimo quinta edición de Música en el Patio, una cita celebrada en el Ayuntamiento, que se ha convertido ya en un «clásico» de los veranos locales.

Aplaudido como solista, por su conjunto Armoniosi Concerti, y también como integrante de otros destacados grupos de música renacentista y barroca, Juan Carlos Rivera Pecellín recibía un merecido reconocimiento en su ciudad natal, después de haber fraguado una excelente trayectoria no sólo como intérprete –aparte de los múltiples conciertos por todo el mundo, le avalan más de veinte grabaciones discográficas–, sino, además, como profesor e investigador de la música española de los Siglos de Oro.

De hecho, Juan Carlos Rivera Pecellín ocupa la cátedra de Instrumentos de Cuerda Pulsada del Renacimiento y Barroco en el Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo de Sevilla. Currículo y personalidad que hacían más que necesario un homenaje que tardaba en llegar en su propia tierra.

En el acto de homenaje no faltó la música en directo gracias a algunos de sus primeros alumnos, hoy profesores e intérpretes, como Francisco Bernier y Antonio Duro, así como concertistas de la talle de Paola Hermosín. Todos quisieron reconocer la impronta que Juan Carlos Rivera ha dejado en ellos.

Conciertos
A lo largo de siete sesiones de conciertos, Música en el Patio recogió, como ha sido habitual en ediciones anteriores, una gran variedad de estilos e instrumentos: desde el violín de Javier Comesaña y el piano de Matteo Giuliani, con el que se abrió el ciclo; pasando por las voces de las sopranos Cecilia Lavilla Berganza o Nuria García-Arrés; hasta la interpretación de composiciones de autores rusos y argentinos.

Entre otros, resultó destacable, por su variedad, el concierto ofrecido por Artefactum, tiulado «Goliardos», en el que intervinieron José Manuel Vaquero –organetto y zanfoña–, Ignacio Gil –flautas, chirimía y gaita–, Alberto Barea –canto, rota, organetto y cornamusa–, Álvaro Garrido –percusiones– y Francisco Orozco –canto y laúdes–.

Aparte de los repertorios, cabe reseñar la notable presencia de público en los conciertos, que cuestionan el aforo limitado del que dispone el Ayuntamiento de Alcalá, cuyas plazas se reparten entre las butacas habilitadas y el resto del patio techado.

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