Ni la lluvia que ha empañado dos de los días más importantes de la Semana Santa de Alcalá ha logrado dejar mal sabor en el regusto de los alcalareños. De todas las cofradías que debían ponerse en la calle, únicamente la de la Asociación Parroquial de la Paz, el Viernes de Dolores, no ha logrado pisar el suelo de la ciudad.

El sol sí se dejaba ver en el Campo de las Beatas. En la calle se ponía la Agrupación Parroquial de la Tercera Palabra, una corporación que avanza en la consecución de su sueño: Ser hermandad de penitencia. Pronto darán un paso más, presentar el proyecto de reglas a Palacio.

Un Domingo de Ramos de incertidumbre

No servía de nada mirar por la ventana en cuanto el día comenzara en cada casa. El Domingo de Ramos amanecía lluvioso, pero las previsiones apuntaban a mejoría, y así sería.

Aunque el sol terminara saliendo, un porcentaje de lluvia en torno al 40% (similar al que tenían a posteriori las hermandades de la madrugada y Viernes Santo) provocó que la Borriquita decidiera aplazar su salida media hora. Así, a las cinco de la tarde el cortejo de antifaz se puso en la calle para completar una estación de penitencia sin contratiempo alguno. Un cambio de hora que fue del gusto de muchos hermanos y cofrades y que hará que la de San Agustín pueda llegar a plantearse volver a su horario histórico.

Especialmente solidaria fue la Hermandad del Rosario. Teniendo en cuenta el retraso con el que había salido la Borriquita, la cofradía salesiana retrasaba varios minutos, evitando parones a su cortejo. Un cortejo que estrenaba recorrido, y que traía consigo una mayor cantidad de público en la Plaza del Paraíso, uno de esos enclaves especiales para las cofradías alcalareñas. Tras el misterio de la Oración se estrenaba con nota la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario de la localidad de Arriate.

Los barrios toman la ciudad

Tanto el Martes como el Miércoles Santo dos barrios se hacen cofradía y entregan a todo el pueblo de Alcalá lo mejor que tienen. Desde el Instituto salía la Hermandad del Perdón en la tarde del Martes Santo, una estación de penitencia que toma su sentido cuando la corporación alcanza el Convento de Santa Clara y las plegarias de las hermanas Clarisas resuenan en el corazón de esa ciudad que día tras día busca el sentido de lo que fue. En clave cofrade, la Hermandad corrigió con creces el retraso de la entrada en su templo, y acomodó sus tiempos a un horario más llevadero para los nazarenos.

Lo propio ocurre el Miércoles Santo en Pablo VI. Es éste un barrio que tiene una profunda devoción al Señor del Soberano Poder, y que tiene una cofradía hecha a su imagen y semejanza. Con maneras propias, sin miedos y mucho menos con tapujos. En la calle, con una temperatura superior al del resto de la Semana Santa, el paso de palio tener un mayor número de nazarenos que el pasado año.

Y desde San Sebastián salía la Hermandad de Jesús Cautivo. Una de esas cofradías que te transportan a la niñez y te hacen ver una y otra vez al Señor de las manos atadas subir por esa eterna rampa del templo parroquial. Especialmente bella iba la Virgen de la Esperanza, ataviada de tal manera que no pasaría desapercibida en los mentideros cofrades.

Y la mirada se giró hacia los radares

El Jueves Santo arrancaba soleado, como mandan los cánones. Pero tras esa siempre clásica y elegante estación de penitencia de la Hermandad de la Amargura, cuasi rematada con una chicotá a los sones de ‘Margot’ que quedará para el buen sabor de los que allí se encontraban, como este cronista.

Pero el riesgo de agua llegó en la madrugada. Si bien es cierto que nunca fue alarmante, la Hermandad trazó un plan: Acortar el recorrido y , en caso de necesidad, no ir hasta el Calvario y subir por la calle Herrero directamente en lugar de buscar el Puente. Y se vio obligado a ejecutarlo, afortunadamente.

Una levísima llovizna –aquélla del 40% y aislada- aparecía cuando la cofradía alcanzaba el último trayecto de Nuestra Señora del Águila. Fue entonces cuando la cruz de guía, en lugar de seguir hasta el Puente, subió hasta la Parroquia de Santiago y daba por finalizada la estación de penitencia. Minutos después, con los tres pasos de la Hermandad dentro del templo, una lluvia de mayor intensidad sí caería sobre Alcalá.

Casi la misma suerte corrió la Hermandad del Santo Entierro. Un porcentaje de probabilidad de lluvia de las mismas características motivó que el Comisionado que rige la corporación tuviera a bien acortar el camino y prácticamente llegar únicamente a la Parroquia de San Sebastián, lugar al que los hermanos de esta cofradía hacen su estación de penitencia, postrándose ante el monumento a la Santa Cruz. Algo menos de la mitad de recorrido tuvimos para observar el pictórico cortejo que completan un sinfín de representaciones, tanto religiosas como civiles.

Y al igual que ocurriera durante la madrugada, a pocos minutos de entrar el paso de duelo de la Virgen de la Soledad en la Capilla, el agua empezaría a caer, no de manera copiosa, pero sí notable.

Epílogo de oro

Y de nuevo el sol brillando en todo lo alto. Y la Luna de Parasceve que mengua, como acompañante. La Hermandad de la Divina Misericordia se ponía en la calle en la tarde del Sábado Santo para enseñarnos a Cristo, que nos ama y se entrega por nosotros, como reza el salmo. La ciudad poco a poco empieza a entender el carácter de esta joven cofradía y ya son muchos los alcalareños que ponen el punto y final a su Semana Santa con la de Santiago, despidiéndose de las cofradías con la entrada de esta corporación en la penumbra de su templo.

Y con los últimos nazarenos recogidos, ya solo les queda pedir a todos el incansable “hasta el año que viene”. Solo si la ciudad y la vida, nos lo permiten.

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