En la tarde-noche del sábado 21 de noviembre, en la iglesia del Monasterio de Santa Clara, donde reside, la Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la Venerable Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española al Santísimo Sacramento, ofreció la Santa Misa y Vigilia anual por todos sus hermanos y bienhechores difuntos, recordando a todos los que lo han sido desde su fundación en 1902. En este año de tan infausto recorrido, se pidió también por todos los difuntos causados por la pandemia en la que estamos inmersos.

La ceremonia cambió su formato y horario habituales debido a las restricciones horarias de movilidad, para que todos los participantes, que en todo momento guardaron las distancias de seguridad establecidas, pudieran estar en sus domicilios a la hora fijada por las autoridades competentes. Para ello, se adelantó el rezo de Vísperas, que se hizo en unión con la Comunidad de Hermanas Clarisas, y también con ellas la Santa Misa, tras la que quedó expuesto en la custodia el Santísimo Sacramento. Ante Él se rezó la Estación Mayor, y se recitó el Oficio de Lecturas, quedando después los adoradores en meditación personal hasta el momento de la Reserva de Su Divina Majestad, que fue despedida por los presentes con el ritual acostumbrado: “Tantum ergo”, oración, alabanzas y canto final, que ese día fue la conocida pieza “De rodillas, Señor, ante el Sagrario”.

Para esta luctuosa ceremonia, la Sagrada Imagen de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano, bajo cuyo patrocinio está colocada la Sección alcalareña junto con el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, aparecía ataviada con un traje nuevo, estrenado para esta ocasión a principios de noviembre, realizado con dos saris de procedencia hindú bordados en oro sobre fondo de tejido negro, que habían sido ofrendados a la Señora (el primero en 2015 y el segundo en 2019). La singularidad de dicho traje consiste precisamente en ese color negro de fondo, que se ve atenuado por los riquísimos bordados que cubren armónicamente gran parte del tejido negro, lo que lo hace apropiado para una imagen “de gloria”, siendo quizás la primera de este tipo que se viste totalmente de este triste color. Por eso, se puede decir que también la Santísima Virgen “estaba de luto” por todos sus hijos adoradores fallecidos en los ciento dieciocho años de vida de la Sección a la que protege y también por los muchos miles que se ha llevado el Covid-19. A Ella le fueron encomendados para que, acogiéndolos a todos bajo su manto, y llevándolos en el barquito que porta en su mano derecha, los conduzca al Paraíso, a la presencia de su Hijo, que quiso quedarse real y verdaderamente presente en este mundo, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, para acompañarnos y confortarnos hasta el fin de los tiempos.

¡Alabado sea Jesús Sacramentado! ¡Ave María purísima! Descansen en paz. 

Crónica de Juan Jorge García García.

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