La Federación de Asociaciones de Vecinos vive un enfrentamiento encarnizado entre dos facciones, que coincide con el que también atraviesa al PSOE local. Casualidad, sin duda.
Lo cierto es que una de las familias en lucha acusa a la otra de bloquear el acceso al balance de cuentas, esconder información sobre las cuotas e incluso impedir a los adversarios la entrada física al local de la federación.
Lo grave no es que una entidad con este panorama haya recibido en sólo un año ventiún mil euros mal contados. Lo grave no es que nadie pueda explicar cabalmente qué labor justifica estas subvenciones. Lo grave no es siquiera que todas las caras visibles del conflicto pertenezcan al mismo partido, y que todos lo sepan y todos lo asuman.
Lo grave es que la oposición calla. Lo grave es que frente a un gobierno local que asfixia la voz de la ciudadanía, comprándola y fracturándola en las luchas por el trinque, nadie en la supuesta oposición denuncia que esto no va ni de asociacionismo ni de vecinos: va de clientelas compitiendo por los beneficios del cargo. Eso es lo grave vecino: que en ausencia de oposición, nos quedan otros cuarenta años de esperpento.

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