Tuve suerte, fui alumno de Javier Hermida. Tuve mucha suerte, también fui alumno de Alicia Tirado, Juan Antonio Muñoz, Carmen Hermosín y Juan Antonio Díaz. El Instituto Albero aún tenía olor a nuevo y relucía como si lo acabaran de tallar en la cantera donde se asienta. El aula de dibujo estaba en la última planta, en uno de los brazos que se asoman al río. La ventana estaba siempre abierta enmarcando un paisaje en el que se abrazaban dos taxodium, justo en la tangente de la curva de la Comba.

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