Vivimos en la era de la desinformación, de los comunicadores y de los influencers. Nos someten a infinitos estímulos por minuto y no sabemos reaccionar a ellos. Muchos han aprovechado esta oleada para incluso crear un nuevo puesto de trabajo: aquella persona que es capaz de influir en la sociedad sobre un tema específico, con su habla como herramienta, a través de las redes sociales. Hasta los niños sueñan con serlo, pero no tienen ni idea. ¿Dónde queda la verificación? ¿Qué valor tienen las fuentes? ¿Qué tan fundamentada será mi opinión si solo me informo a través de bulos? Con tantas tecnologías y la ansiada libertad de expresión, quizás hemos llegado a unos límites que parecían ser inalcanzables. Con un móvil y una buena imagen, podemos mostrarnos anunciando una noticia y hacerla parecer real al mundo entero, sin usar fuentes, sin verificarla del todo, porque ahora cualquiera dice ser periodista.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a socios@lavozdealcala.com
Si ya eres socio inicia sesión

