Siempre digo que la buena educación es como un superpoder que te abre muchas puertas. Como profesor, yo estaba muy convencido de mis principios hasta que descubrí la espontaneidad de un alumno desgarbado de unos 13 años que soltó en clase una afirmación lapidaria: «Mi padre, cuando ha querido que le echaran cuenta, ha tenido que pegar dos voces. Y le han hecho caso». Ese niño, sin saberlo, había dado la vuelta a mi teoría social y estaba removiendo los pilares de mis valores.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a socios@lavozdealcala.com
Si ya eres socio inicia sesión

