¿Y ahora por dónde paso yo? Me lo pregunto cuando llego a la calle de La Mina. Si voy andando, debo elegir la acera de la izquierda o la de la derecha, vaya parriba o pabajo, y llegar hasta el final, porque creo que no hay ningún puente para pasar de una acera a otra. Así que tengo que cruzarme con algunas personas y cederles el paso, si no quiero ser una maleducada. Aunque, a veces, me dejo llevar y me digo: yo soy más mayor, que se espere esta joven, aunque me mire con cara de tener mucha prisa.
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