«A calzón quitado» significa hablar o hacer algo con total sinceridad, sin rodeos y sin disimulos, como si se estuviera desnudo, de manera descarada o franca. La expresión se relaciona con la idea de no ocultar nada y hablar «sin pelos en la lengua». Así está nuestro Museo de Alcalá, que ha perdido las vergüenzas de la pubertad y habla con la lozanía que le otorgan 20 años de existencia, más sano que una pera y con todo el ímpetu de esa edad, cuando los chavales se ponían el mundo por montera, o al menos eso hacíamos en nuestra época. Lo más seguro, porque no había ni tabletas ni móviles, y la inteligencia artificial se destinaba a cómo capear el tiempo sin tener ni un duro y solo rozar la ilegalidad.
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