Probablemente, todos hemos escuchado, algunas veces hasta la saciedad, la cantinela de que «el mundo es de los valientes». Quizás, siempre hemos pensado en la valentía como una cualidad gallarda y de altura, al estilo de la osadía medieval, un valor que suponía emprender empresas arriesgadas, misiones imposibles para alcanzar fines de lo más loables.

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