Hace unos años visité la India. Allí es común que las calles parezcan en obras permanentes, porque, cuando terminan, los restos de la construcción quedan esparcidos sin más.
Y Alcalá, a veces, me hace recordar aquello: los lugares más emblemáticos de nuestro pueblo empantanados, con obras sin finalizar y, lo que es aún peor, sin saber cuándo terminarán.

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