Decía Nietzsche que «deberíamos dejar la vida como Ulises dejó a Nausícaa: bendiciéndola, no enamorado de ella», y a mí se me ocurre, en este septiembre, que exactamente así deberíamos comenzar todos cada nuevo curso: bendiciéndolo, estemos o no enamorados de las obligaciones que nos tocan.

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