Los conceptos que han puesto orden en nuestro mundo están ahora en cuestión. Todo lo que hemos dado por verdadero podría ser ficticio. Algunas ideas son, en efecto, meras excusas para justificar la defensa de intereses egoístas. Los nacionalistas, por ejemplo, afirman, sin ningún fundamento, que la esencia de su cultura y de su historia los coloca en una categoría diferente a la del resto de los ciudadanos. Superior, por supuesto. Se proclaman «diferentes», pero quieren decir «mejores».
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