Nuestro último verano en Escocia es, en definitiva, una película que te hace pensar. Te confronta con la hipocresía de una sociedad que se escandaliza por un acto de amor infantil, pero que a menudo cierra los ojos ante la verdadera miseria humana. Y te deja con la melancólica certeza de que, a veces, la pureza más grande nace precisamente de la inocencia más salvaje. Una lástima que el mundo contemporáneo no siempre esté preparado para entenderla.

CONTENIDO EXCLUSIVO

Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]

Si ya eres socio inicia sesión