Alcalá vuelve a celebrar un año más sus fiestas patronales. Durante esta semana nuestro pequeño Real se convierte en un lugar de encuentro para todos los vecinos. Son momentos de diversión para muchos, los más, y de trabajo para otros, los menos, pero no por ello tan importantes.

Por eso tenemos que saber que no puede haber ninguna celebración si no hay una convivencia cívica que la justifique. Y nosotros la tenemos. Vivimos en una localidad que conserva las esencias de un pueblo, tranquilidad, sosiego, ausencia de presiones… y las ventajas de una gran ciudad. Creo que salvo una administración tributaria de Hacienda, que haría las delicias de muchos gestores que se tienen que trasladar a Sevilla para estos menesteres, no nos falta de nada.

Es por eso que en estos estos días hay que aprovechar para romper la discordia o el aislamiento en el que muchas veces nos enrocamos para hacer más fuerte nuestras posiciones, sean de tipo ideológico o cultural. Ahora es tiempo de compartir una cerveza o un vino y mirar todos juntos hacia adelante, desde el respeto al contrario y sabiéndose poner también uno en la situación del otro.

Como no sabía de qué escribir esta semana me ha salido este alegato en defensa de la amistad y la concordia que podría firmar cualquier político al uso de los que disfrutamos y también padecemos aquí en Alcalá. Va por ellos. Tampoco gobernar para contento de todos es fácil. A disfrutar y felices fiestas.

Periodista del diario ABC desde 1989. Alumno becado por el Foreign Office en Londres, fue profesor de Opinión Pública en el Instituto Europeo de Estudios Superiores de Madrid

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