Salvado por la campana. Prescrito. Así ha determinado el magistrado de la Sala II del Tribunal Supremo la acusación que pesaba sobre Antonio Gutiérrez Limones y su relación con Alcalá Comunicación Municipal.

Y tiene toda la razón. Si en un presunto delito de estas características pasan más de tres años sin que se denuncie duerme el sueño de los justos. Además, por si quedaba alguna duda, el juez entiende que no está del todo claro que el exalcalde socialista y ahora flamante parlamentario, no pagara de su propio bolsillo los 976 euros facturados a ACM por un viaje a Madrid y visitas al parque de atracciones Warner y al temático Faunia. Atrás queda el dinero derrochado por ACM, las mamandurrias en la que se gastaron nuestros impuestos, los salarios inútiles de esa entidad inútil. Así es la política amigos. Había que ir a lo superficial, los mil eurillos del exalcalde y dejar para otro día la razón de ser de esa empresa que se gestó para lo que se gestó. Loar al Ayuntamiento, hablar bien de los suyos y colocar a unos cuantos amigotes. ¿O no?

Gutiérrez Limones saca pecho y los del PSOE también. «Lo veis, tenéis que pedirme perdón porque yo no hice nada malo», viene a decir. El mismo día que escribo esta columna una señora presidenta de una señora comunidad dimite porque le han pillado robando dos cremas anti «age» de un supermercado. Valor, 40 euros. Fecha del mangazo, hace siete años. Lo que no ha podido la falsificación de un título universitario, presuntamente, lo consigue un vídeo del Eroski. País.

Periodista del diario ABC desde 1989. Alumno becado por el Foreign Office en Londres, fue profesor de Opinión Pública en el Instituto Europeo de Estudios Superiores de Madrid

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