En Cataluña está pasando lo que pasó en Quebec, a saber: pérdida de poder económico, político, social y cultural a raíz del independentismo… 

Dicho lo cual, me remito a las pruebas. Montreal a principios de los años setenta era la capital económica, social y cultural de Canadá. En el año 1976 se celebraron los juegos olímpicos en esa ciudad, escaparate del país. Ya se había celebrado una exposición universal en esa misma ciudad en 1967, lo que la había transformado en el foco de atracción turística por excelencia de la zona este del país. Montreal presumía de su oferta turística, gastronómica y cultural, además de ser abanderada de una generación emprendedora, joven y atractiva. No obstante, a raíz del movimiento independentista, y que conste que simpatizo con las reivindicaciones de Quebec, que no tienen paralelismo alguno con las de Cataluña en cuanto a motivaciones e historia, Montreal (Quebec) perdió su poder.

El nacionalismo en Quebec está sustentado en que siendo los franceses los primeros colonizadores y dueños del país (si eludimos a los indios), fueron derrotados por los ingleses y tratados con la punta del pie por éstos durante generaciones. Su lengua y su cultura fueron asimismo desdeñadas, razón primordial de sus protestas.

Mientras que, en la historia de Cataluña, no la enseñada y tergiversada en las escuelas catalanas, sino la basada en hechos concretos, esa región no fue sojuzgada por la maldad de la dictadura sino favorecida por ella. Por esa razón y por su situación geográfica como puerta de Europa, a la postre, alcanzó una mejor situación económica que otras regiones.

Dicho lo cual, es fácil sospechar que tras ese furibundo nacionalismo se oculta el egoísmo soterrado de no querer compartir con otras regiones pobres su riqueza.

Barcelona al igual que Montreal brillaba. La ciudad condal era el referente cultural y social de nuestro país. La ciudad del respeto, de la libertad, y de la pluralidad; la ciudad a la que considerábamos el resto de los españoles con cierta reverencia, sin embargo, con el independentismo ha enfermado…

Esos valores que la hacían diferente y atractiva han quedado atrás para nostalgia de muchos… El pensamiento unívoco y el egoísmo, al menos de los independentistas, están acabando con su supremacía.

Hay quienes se alegran de que el Mobile no se haya celebrado en Barcelona. ¡Por favor!, no seamos mezquinos. Si Barcelona pierde, toda España pierde.

Hazte socio de La Voz de Alcalá

Escritora y columnista de La Voz de Alcalá.

Deja un comentario