El 2 de octubre de 2007, Alcalá vivió uno de los días más trágicos que se recuerdan en la ciudad en los últimos tiempos. Una borrasca atlántica descargó 58 litros de agua y granizo en apenas media hora, provocando una gran riada que dejó dos víctimas mortales, 18 personas heridas y numerosos daños materiales que se cifraron en 31 millones de euros. Las consecuencias no se pudieron evitar, pese a estar activado el aviso amarillo.
La catástrofe se produjo poco después de las 20:00 horas, cuando comenzó a llover y a granizar con gran virulencia. El granizó obstruyó los husillos y las corrientes de agua alcanzaron el metro y medio de altura en algunas calles del Centro, como La Mina, llevándose todo lo que encontraba a su paso. En esta calle falleció María Adán, profesora del CEIP Reina Fabiola, de 35 años y natural de Jaén. Su cuerpo fue hallado sin vida en la montonera de coches que se formó en La Mina. Viajaba en su vehículo junto a una compañera del colegio y los hijos de ésta, que pudieron ser rescatados por los servicios de emergencias. La otra víctima mortal fue Pastora Hermosín, una mujer de 80 años y vecina de Alcalá. La tromba de agua le sorprendió, junto a su hermana, en su vivienda de la calle Pérez Galdós, que se inundó a causa del tapón provocado en la calle por varios vehículos.
Además de los daños personales, las fuertes lluvias produjeron «efectos devastadores», según explicaron las autoridades. Se vieron afectadas varias barriadas de Alcalá, el Centro urbano, las Riberas del Guadaíra, y elementos patrimoniales, así como la red eléctrica. El Ayuntamiento estimó que 1800 viviendas y casi 1000 vehículos se vieron afectados.