El alumnado de los colegios e institutos de Alcalá se enfrenta a problemas serios de complicada solución. Además, conviven con una pandemia «jartible» que los tiene amordazados, amenazados y alternando aulas y pantallas. 

El catálogo de dificultades y carencias se me antoja prolijo para que quepa en los escasos 2000 caracteres con que cuento en esta ventana, haré lo que pueda para glosarlos. Posiblemente acaben no estando todos los que son pero les aseguro que son todos los que están.

Hay problemas serios de escolarización, con institutos a reventar, alumnos en aulas inadecuadas, habilitación de todo tipo de cubículos para convertirlos en aulas. Los alumnos en las diferentes etapas arrastran déficits graves en su capacidad de expresión y comprensión y en el dominio de rudimentos matemáticos y científicos. El dominio de idiomas extranjeros tras dedicar miles de horas a su «aprendizaje» es similar al del resto de alumnos andaluces y españoles, de lo peor de Europa. Esta falta sangrante de conocimientos y destreza no se ha sustituido por dominio de tecnologías y herramientas informáticas, lo de «nativos digitales» fue -también- una broma. Sólo lideramos las estadísticas cuando medimos las tasas de fracaso educativo.

Pues bien, todo esto toca a su fin porque llegó el momento dichoso (¡albricias!) en que la alta dirigencia política, para solucionar de una vez los problemas del sistema educativo, nos acaba de regalar la novena ley educativa que han gozado mis menguadas tragaderas como estudiante o enseñante en apenas cinco décadas. Una ley trufada de los temas «columpio»  habituales y adornada con el chantaje y chalaneos políticos. Como sus antecesoras, adolece de idéntica inadecuación a las necesidades educativas del país y de la ausencia del consenso que las fuerzas políticas (todas) hacen imposible. Sí hay que reconocerle una virtud; no será peor que las anteriores (todas pregonan buenas intenciones) ni durará más. ¿Me dará tiempo a conocer la décima antes de jubilarme? Donde caben nueve… ¡Ay, omá!

A Isabel Celáa, con cariño.

Licenciado en Filología Inglesa. Profesor en el I.E.S. Albero.

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