A la tercera ha sido la vencida. La frase define bien la concesión de diez millones de euros de los fondos europeos para la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (Edusi), presentada por el Ayuntamiento. Eso sí, han pasado tres años en los que se han dejado de acometer los proyectos que ahora tendrán que diseñarse.

En total, la ciudad contará con 12,5 millones, ya que hay que sumar dos y medio que debe aportar el Consistorio. Esta demora obliga a retrasar el plan Alcalá 2020, que se amplía hasta el año 2023.

El Plan, es ambicioso en planteamientos y objetivos, pero la cantidad económica es insuficiente para las actuaciones planteadas en las más de 200 páginas del documento. ¿Se optará por recuperar la Casa Ibarra, el Molino de la Mina, la Casa del Pósito o el Cuartel del Derribo? ¿O se apostará por no ejecutar ninguna y peatonalizar La Mina y redefinir el tráfico en el centro? Es tiempo de concretar, ya que sus metas son tan amplias como difusas: fomento de la movilidad urbana sostenible, acciones integradas de revitalización, movilidad amable sostenible…

El Plan hace ahínco en la participación, pero la realidad es que sólo se han adherido unas pocas asociaciones y entidades, entre las cuales se encuentran algunas de cuestionable representación ciudadana y subvencionadas con dinero público. Sin embargo, debería ser la norma municipal informar a los ciudadanos de todo aquello que se pretende hacer, así como dar cuentas a los vecinos mediante un seguimiento de lo ejecutado. Todo ello con vistas a evitar cualquier tipo de práctica poco transparente.

Toca ahora decidir a qué proyectos destinaremos los 12,5 millones que, de momento, son la única inversión económica certera que Alcalá tiene cerrada hasta 2023. La ciudad debe priorizar aquellos proyectos que mayor rentabilidad económica, social y cultural tengan y volcar todos los esfuerzos en culminarlos con la máxima eficacia y la mayor transparencia posible.

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