Antonio Escuder durante la presentación de La molinerita del Guadaíra. Coral gata

Antonio Escuder presentó el pasado martes 22 de octubre, en la Biblioteca José Manuel Lara, su novela La molinerita del Guadaíra, una obra ambientada en la ribera que entrelaza memoria local, oficios y misterio. El acto contó con la presentación de Juan Antonio Cabrera, quien subrayó el peso del flamenco en el libro, afirmando que «otra de sus grandes pasiones es el flamenco, como se plasma en el libro que hoy presentamos, La molinerita del Guadaíra. Además de recoger vivencias de su época universitaria, el texto denota un gran conocimiento de la historia del flamenco, especialmente en nuestra zona, Alcalá y Utrera».

Cabrera destacó también el arraigo del autor. «No son casuales los sentimientos y evocaciones que el autor nos traslada en esta novela de la Ribera, el Castillo y Alcalá. Quienes le conocemos hemos visto forjarse a lo largo de los años un vínculo y compromiso muy especial de Antonio con este territorio».

Cabrera recordó, además, el vínculo profesional de Escuder con Alcalá: en 1995 el Ayuntamiento le encargó la asistencia técnica para redactar el proyecto con el que concurrir a la primera gran convocatoria europea de actuaciones medioambientales en 1996, «con el que se inició el exitoso proceso de recuperación de la Ribera». Añadió que el autor ha colaborado con EMASESA en estudios de cuenca y planes de intervención sectoriales, casi siempre vinculados al agua.

Antonio Escuder sitúa La molinerita del Guadaíra en la ribera del río, entre «molinos centenarios» y «senderos ocultos por la arboleda». La protagonista –la Molinerita– se convierte, sin saberlo, en nexo entre la vida sencilla del campo andaluz y un misterio guardado durante años. Ambientada en Alcalá de Guadaíra, «la ciudad de los panaderos y los molinos harineros», la novela entrelaza las vivencias de personajes humildes, entrañables y reales, cuyas vidas giran en torno al río, el castillo y los oficios que dieron identidad a un pueblo entero.

El relato avanza entre amores juveniles, secretos enterrados y el ocaso de un modo de vida, con «una talega de joyas olvidadas en una azotea» como hilo conductor de una historia conmovedora y luminosa. Escuder rinde homenaje a la Alcalá de los años cincuenta y sesenta –con su alma gitana, arrabales, areneros, esquiladores y molineros– en un retrato nostálgico y vívido de una época desaparecida, contado con ternura y una mirada profundamente humana. Escuder cerró con una dedicatoria personal a sus compañeros de piso de estudiante de Valencia y «a los amigos que hice en Alcalá durante todo este tiempo».