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El profesor, pintor y escritor Rafael La Casa publica este mes de junio una nueva novela, Flor de Albero (Kabo&Bero, 2025). Está en imprenta y el 6 de junio se alumbrará «mi nuevo hijo», afirma el autor, que lo presentará en sociedad el 12 del mismo mes en la Biblioteca Editor José Manuel Lara.
Desde su última publicación, El circo imaginario, han pasado seis años en los que ha estado dedicado a dos textos. Uno de ellos es Flor de Albero, en el que se narra «la brutalidad de un padre, la indiferencia de un hermano y la sumisión de una madre marcan la infancia y la adolescencia de Lalín. Trabajando desde chico en Alcalá de Guadaira, se ve atrapado en un ciclo de humillaciones que, poco a poco, moldearán su actitud. Sin embargo, tendrá oportunidad de hacer valer sus capacidades creativas y sus capacidades laborales».
El protagonista, Lalín, luchará a lo largo de su vida por encontrar su lugar mientras se descubre a sí mismo en medio de la incomprensión y el rechazo de su entorno. Parejas y amistades dejarán huella ante la falta de recursos y herramientas de afrontamiento emocional que caracterizan a Lalín. Confundiendo aceptación con conformismo o perdón con indefensión, mostrará los estragos de la búsqueda desesperada de la compañía. Esta crónica, cargada de costumbrismo visceral, se cruza con las demandas de una sociedad donde la diferencia no tiene cabida. Flor de Albero, de Rafael La Casa, es una historia cruda sobre la opresión, la homofobia y la búsqueda de identidad, donde tiempos pasados no fueron mejores.
Basada en hechos reales
La novela surge, según La Casa, tras una conversación con un alcalareño «que conozco hace muchísimo tiempo». «Me estaba contando su vida, un poco difícil, y de broma le dije que era para publicar un libro». Luego se sucedieron las charlas y el relato, cargado de dramatismo y realidad, se convirtió en novela. «Es su vida, su historia, sus vivencias… se podría definir como una tragicomedia». La ficción se sitúa en la Alcalá de Guadaíra de los años 60 hasta la actualidad. «Una etapa en España en la que el colectivo LGTBIQ+ estaba muy mal mirado y apartado», según el escritor.
A La Casa le llamó la atención la dureza de aquellos tiempos en los que el protagonista sufrió el rechazo de su propia familia y resurge de toda esa vorágine negativa». «De ahí viene el título de la novela, Flor de Albero. Sabemos que es una tierra de Alcalá donde prácticamente no crece nada. Esa flor, que es él, es capaz de renacer en un terreno baldío. Sobreponerse a todos los contratiempos. Es una historia de superación. La novela tiene un punto cómico por la propia personalidad del personaje, sostiene el autor, «ha sido capaz de superar todo con optimismo y con voluntad y tirar para adelante».
La homofobia sigue siendo un problema vigente. «A mucha menor escala, vistos los acontecimientos de la novela, pero sigue vigente», reflexiona La Casa. «Me he dedicado 30 años a la enseñanza y he vivido con chavales que han sufrido este problema. Todavía sufren rechazo y bullying». «Creo que el problema se soluciona con educación. La primera base es educar a los chavales y detectar los casos y actuar en consecuencia y rápidamente. No mirar para otro lado». La novela, además de entretener, tiene una intención: la de «vincular» a las personas del colectivo LGTBIQ+ «con la sociedad» y poner el acento en la diversidad.
Como docente, considera que el sistema educativo no está totalmente preparado para detectar la homofobia en las aulas y para actuar: «Han sido tantos cambios que no da tiempo. Cuando estás ya afianzando unas bases, aparece otro sistema. Entonces, estamos más pendientes de la burocracia que de educar a los chavales, enseñarles y preocuparnos. Depende también del profesor, que es el que tiene que detectar y darle importancia y preocuparse. Si no te preocupas y miras para otro lado, pues la persona seguirá sufriendo acoso», sostiene.
La relación con la historia
«A mí me gusta disfrutar escribiendo, no escribir por escribir. Anécdotas o historias que me gustan y luego las novelo. Y sobre todo disfrutar de los personajes, de los hechos concretos que cuento porque están basados en datos históricos. Estudio los pormenores y entonces los incluyo dentro de la novela. Intento enseñar.
Alcalá está muy presente en sus textos, no solo en Flor de Albero, porque siempre «busco cosas de mi entorno, de lo que he vivido, de lo que he pasado, de lo que he visto y de las cosas que me gustan. Entonces, Alcalá siempre sale, la nombro en muchas de mis novelas», asegura. De hecho, la próxima novela que saldrá tras esta y que ya está escrita, también trata de un personaje de Alcalá.
Inicios en la autoedición
«No pensaba escribir un libro en mi vida. Empecé en 2014 con una historia y ni me planteé mandarla a las editoriales para ver si se publicaba, la autoedité. Con la segunda me pasó lo mismo, porque la hago para que la lean mis amigos, mi familia y ahí se queda. Pero ya me entra el pique y la tercera aposté por mandarla a editoriales. Estoy subiendo peldaños poquito a poco, en el sentido de la calidad de las editoriales. Kabo&Bero, editorial de la cuarta novela, es la mejor con la que he podido trabajar», relata.
Pero antes que escritor fue pintor. Rafael La Casa estudió Bellas Artes, pero hubo un punto de inflexión que le hizo hace unos años soltar los pinceles: «Para mí pintar era una relajación completa y, a raíz de que empiezo a escribir en 2014, ya no puedo pintar. Me provoca ansiedad. Me cuesta muchísimo trabajo, me desespera. No sé por qué, pero me pongo a escribir y encuentro el punto. Veré los frutos más pronto que pintando un cuadro. Pero de vez en cuando hago mis dibujitos».